Instauro un día de reflexión. Cómo cuando envías a los niños al rincón de pensar. Un día de saber dónde lleva esta deriva. De sentarse a pensar. Mucho. Un rato largo. En todos los dimes y diretes. En todos los argumentos y su realidad. En lo que hicimos, lo que no, en lo que haremos. En todos los ángulos de la cuadratura del círculo.
Y sólo después, señoras, señores, hablemos. Desde el respeto. Desde la escucha. Desde la empatía. Desde la búsqueda de soluciones, palpables.
Yo no digo ni blanco ni negro ni lo que cada cual debe sentir, pensar o hacer. Sólo digo que exigimos educación emocional y diálogo para solucionar problemas a los niños pero que los adultos no nos aplicamos el cuento, que nos puede la soberbia de creernos con la razón absoluta y el derecho a no ceder, nada, nunca, ante nadie.
Sé que todo el mundo pensará que esto tiene que ver con Cataluña, pero no, no solo. Tiene que ver con Trump, con Turquía, con Siria, con gente que muere ahogada en el Mediterráneo ante la impasibilidad europea, con bloqueos económicos que dejan a la gente en la más extrema pobreza, con guerras largas, con guerras cortas, con Vox y su cruzada contra el feminismo y todo lo que considera «malo», con racismo y homofobia, con corruptos que se creen impunes y se burlan de todo el mundo y… Tiene que ver con este mundo que construimos entre todos… Y sí, con Cataluña, que como dijo @buenafuente, va cuesta abajo y a peor.
No, no le digo a nadie qué pensar ni qué sentir, solo digo que nos vendría bien irnos todos al rincón de pensar y, luego, empezar a dialogar (de verdad).
Digo que yo instauro un día de reflexión en mi cabeza. Y si tú quieres, me sigues. Y si no, nos seguiremos queriendo, desde el respeto, siempre.