En el borde de la carretera hay amapolas. Qué bonitas flores, tan rojas, tan finas… Y qué delicadas… Las amapolas son como tus días frágiles. Esos días en que el mundo brilla como siempre pero que tú te puedes romper con cualquier soplo de viento. Días en que luces tus colores como si nada pero que te sientes algo débil. Tienes un pequeño dolor ahí, un pensamiento oscuro allá, una nostalgia que tiñe el día de azul, una flojera que te hace mirar el día un poco de lado… No pasa nada, todo el mundo tiene días frágiles. Quizá deberías ponerte un cartelito como esos de las copas en los paquetes de mensajería. No como si fuera una lamentación, solo para decir en pocas palabras que hoy no tienes fuerzas para lidiar con mucho, que hoy necesitas paz, algunos mimos, una sonrisa franca. Sólo para decir que hoy es un día pfffff y que mañana será otro día. No pasa nada, todo el mundo tiene días frágiles. Y los supera. Y el mundo gira. Deberías poder admitirlo sin vergüenza, sin miedo a que nadie se aproveche de tu debilidad temporal. Porque hoy eres como esa amapola que luce orgullosa sus colores rojos en primavera pero sabe que cualquier golpe de viento acabará con ella. Porque hoy tienes un día frágil, y no pasa nada.