El sol se pone cada día. Y ver la puesta de sol me llena de paz y energía. Se pone cada día, iniciando y cerrando ciclos. Cada día… Por eso hay quién desprecia la belleza de este suceso cotidiano o los aplausos de los que se congregan a verla, cámara en mano, como si fuera algo nuevo y extraordinario. Es cierto, el sol sale y se pone cada día, y cada día es de una belleza sobrecogedora. A veces con nubes, a veces en el cielo despejado. A veces con lluvia, con tormenta, sobre el mar en calma o tras la montaña. Se pone cada día y sin embargo hay algo mágico en reunirse con amigos para ver cómo baja el sol, cómo tiñe de naranjas el cielo, cómo se hunde en el mar (esa es la gracia de estar en una isla como Ibiza, la puesta de sol sobre el mar la tienes aquí al lado). Es bonito, es relajante, de algún modo te da energía positiva, y da paso a confidencias, conversaciones, un picnic en la playa, recuerdos plácidos. Sí, el sol se pone cada día. Y cada día tiene una belleza plácida que te reconectas con la naturaleza. Recuérdalo en esos días en que te sientas flojo.
Fotos tomada en Cala den Compte, Evissa.