Vamos por la calle y vemos dos monjas.– Mamá, ¿son de clausura?
– No, las de clausura no salen a la calle. Es una decisión personal, nadie las obliga.
– ¿Y quién quiere estar encerrada en un manicomio?
– No es un manicomio, es un convento.
– Ya, pero eso es de estar locas! No pueden tomar batidos, ni helados, ni ir a la piscina ni la playa. ¡¡¡¿Quién va a querer perderse las mejores cosas de la vida?!!!
(Eva, 10 años, quien también pregunta si hay «monjos» de clausura)
Esta genialidad no es cosecha mía. Es de una niña desternillante con gran sabiduría natural. Y de su madre, mi amiga Raquel, que sabe escribirlo, transmitirlo y tiene la amabilidad de compartir con nosotros las filosofadas con humor de sus hijas. A parte de agradecerles su permiso para publicar esta anécdota y de disfrutar de ella no puedo añadir gran cosa.
Eva me ha hecho reír, ese es un gran momento positivo. Pero es que además hace una lista genial de «las mejores cosas de la vida»: los batidos, los helados, la piscina, la playa…
Y lo use implica su reflexión: Salir, relacionarse, tener amigos, pasear… Quién va a querer encerrarse voluntariamente?
No te quedes ahí a la sombra de tus angustias, (es metafórico, no digo yo que las monjas de clausura vivan con angustia ni que sean infelices); digo que no te auto encierres, seguro, seguro que con un golpe de brisa, la conversación de un amigo y un buen helado la vida se vive mejor. ¡¡¡¿Quién va a querer perderse las mejores cosas de la vida?!!!
Hay que ser POSITIVO 