Lo mejor de vivir en una calle que parece un pueblo son esas fiestas de toda la vida que adoptas y disfrutas. Cenar en la calle, todos juntos, invitar amigos, hablar con esos vecinos que frutas a diario pero no conoces, y saludarlos, y compartir cena, con música de fondo y habiendo decorado la calle, esa calle que es de todos. Que los niños corran dentro y fuera de casa, de casa en casa, y tomar la calle con música y bailes. Hay algo mejor para reconciliarse con el mundo?