Vuelve. Respira. Mira. Sólo entonces entra, pasa el portal de tu lugar de infancia. Deja que la nostalgia de esos días felices te atrape y te llene. La melancolía es también un tipo de felicidad. Disfruta de tus recuerdos. Y luego guárdalos. O mejor, revive alguno. Será diferente, seguro, pero no tiene porqué ser peor.