Abre las ventanas. Feliz 2017

Tras las ventanas suceden muchas, muchísimas cosas. Algunas alegres, otras tristes, unas cuantas vergonzosas. Tras las ventanas hay vidas, en plural, y todas son tuyas, a ratos. Es posible que este 2016 hayas vivido recluido en tu mundo con las persianas echadas, mirando el sol entre líneas, lejano, frío. Puede que las persianas estuvieran abiertas pero que sólo observaras el mundo desde lejos, con los cristales protegiéndote del frío, pero también del calor, la brisa, el trinar de los pájaros y hasta de los olores de la vida. Con suerte tuviste las ventanas abiertas, aireando tus pensamientos, dejando el polvo entrar llevado por el viento. Con más suerte aún despediste a alguien querido que te saludaba efusivo desde esa misma ventana mientras ibas a vivir la vida (loca?).

Para este 2017 te deseo una ventanas abiertas de par en par. Unas ventanas limpias, transparentes, con paisajes relajantes y emocionantes al otro lado. Te deseo que las persianas solo sirvan para hacer la siesta o alargar la duermevela cinco minutos más en los domingos perezosos. Te deseo que te inclines sobre el alféizar para regar flores y plantas, para dar de comer a los pájaros, para saludar y recibir, para despedir y amar. Te deseo ventanas abiertas al mundo, muchas y diferentes. A veces solo y a veces apretujado de tanta compañía. Te deseo ventanas de tren, de avión, de cafeterías y bares con amigos, de restaurantes románticos e íntimos, de hoteles sorpresa, de tiendas de campaña, de castillos y ruinas encontradas en medio del bosque, ventanas al mar, ventanas a ti, ventanas a mi. Te deseo muchas y variadas ventanas, pero sobre todo, no las cierres, no me cierres, no te encierres tras las ventanas. Porque quiero seguir formando parte de tu vida y tus recuerdos en vez de perderme tras la pátina del cristal opaco de tus pensamientos tristes, opacos, raros o solitarios. Solo abre las ventanas y déjame entrar. O sal, por la puerta.

Feliz 2017.